La forja del pueblo
Resulta fácil imaginarlo sentado, a solas, escribiendo,
la cabeza inclinada y la mirada olvidada sobre un mapa de la línea de costa;
en la vieja reproducción de un lienzo perdido; en un legajo casi ilegible para la mayoría de la gente,
pero no para él, porque los ojos del profesor Andrés Hernández Zamora se han acostumbrado
ya a la extraña caligrafía de ese papel tan remoto y deteriorado, rebuscando entre archivos
y bibliotecas con la misma pericia con la que un maestro artesano arreglaría unos zapatos
casi inservibles o un tallista extraería las más hermosas filigranas de un sencillo trozo de madera.
Y así, acompañado únicamente del silencio y de antiguas epopeyas que nadie recuerda, vuelve a recrear
con exquisita precisión la historia de Carboneras desde la Edad Moderna hasta los albores del siglo XIX.
Quizá no sea él quien escriba. Tal vez su mano y su pluma estén siendo dirigidas por uno de esos ancestros suyos
a los que ha perseguido hasta en la memoria, hasta su llegada a esta tierra por la que él abriga el mismo cariño
que ellos sintieron cuando llegaron a Carboneras, a El Llano de Don Antonio, a Fazahalí o a El Saltador.
Quizá su vida no sea solo suya. Puede que a través del él, de su afán por contarnos y enseñarnos,
estén regresando al municipio los antiguos soldados del Castillo de San Andrés de La Carbonera,
o los pescadores que faenaban con enorme esfuerzo en la almadraba de atunes que mandó levantar
el nieto del primer marqués del Carpio, o aquellas dos familias de gitanos que regentaban un horno y un mesón.
O acaso es algo tan sencillo como el hecho de que él profesa y transmite una adhesión por este lugar
que va más allá de los límites de la realidad y del tiempo, consiguiendo este nuevo libro convertir
al profesor Andrés Hernández Zamora en una parte inseparable ya de Carboneras y de su historia.
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